viernes, 23 de septiembre de 2011

Y, quieras que no, estamos a viernes.


Sí, bueno, viernes. Un viernes cualquiera para cualquier persona, pero para mí significa un poquito más. Es mi último día aquí, en Miranda de Ebro. En mi casa.
Bueno, tampoco es que vaya a haber una hecatombe y no vuelva nunca, pero es lo suficientemente significativo como para detenernos un poco en él.

En 3 días empiezo la universidad. Los que me sigáis desde hace tiempo ya sabrán que lo he comentado con anterioridad, mis dudas, miedos y ganas de ir. Hace un par de años ni siquiera sabía si haría algo de Ciencias o Letras, ya que ambas me gustaban. Este año he tenido dudas también, pero poco a poco he ido reduciendo el cerco y al poco de comenzar el anterior curso vi hacia dónde se encaminaban mis pasos: Farmacia.
2º Bachiller es duro, sobre todo si buscas algo más que un aprobado. No tiene mucho que ver con los cursos anteriores, y desde el primer momento los profesores te graban la palabra “Selectividad” en la mente. Luego resulta que ésta no es para tanto, y más vale temer a los exámenes finales tanto o más que a ella. No os digo nada que no sepáis ya, pero lo mejor de este curso es tener un objetivo: darte cuenta como poco a poco te vas acercando, hasta que te topas de bruces contra él.

Lunes 26 de septiembre. Universidad de Salamanca. Grado en Farmacia. Y 5 años por delante.

El comprar todo lo necesario, repasar mil y una veces la lista para ver si te olvidas de algo. Todo te recuerda que en unos simples días empieza una nueva etapa de tu vida, sin duda la más importante hasta ahora. Se junta los nervios de lo anterior, los que te causa saber que empiezas de cero en un lugar nuevo y con gente nueva; y la incertidumbre de si habrás elegido bien lo que deseas estudiar. Ni siquiera las ganas de empezar y de lanzarte a ello pueden borrar los nervios de estos días.

Muchos han empezado ya, entre ellos la mayoría de mis amigos. Todos dicen lo mismo: gran cambio y blá blá blá. Pero por mucho que me cuenten, no soy capaz de hacerme a la idea. O simplemente no quiero hacerme a ella, porque cada persona y lugar es un mundo y todos tenemos nuestras propias (y diferentes) experiencias. ¿Será duro? Obvio. ¿Me costará adaptarme? Posiblemente más de lo que creo, pero no es algo que me quite el sueño (de momento!). Solo espero estar preparada para ello.

Me he dado cuenta que la entrada en sí tiene un aire tristón. Pero no estoy triste, en verdad no sé muy bien cómo estoy. Por una parte terriblemente feliz de haber llegado hasta aquí y seguir adelante, pero en cierto modo melancólica por dejar esto atrás. Mi casa, mi familia, la mayor parte de mis amigos. Supongo que es ahora cuando empieza mi vida más “individual”, y a medida que voy escribiendo esto me doy cuenta de que tampoco quiero esperar más para ello :3

Así que mañana marcho para tierras salmantinas. Deseadme suerte ;)

martes, 20 de septiembre de 2011

Random, random: Premio + meme.


Y hoy me toca agradecer a Galtzagorri, la administradora de El Bosque del Duende Rojo, que me haya otorgado este premio. Estas cosas siempre me hacen ilusión, para qué voy a negarlo, así que todos mis buenos deseos para que le toque la lotería o se tope con un macizo like Eric Northman . (uh, lo último ha sonado cutre. O desesperado que es peor. Ignoradme, os dejo.)

premio amigo
El “requisito” para aceptarlo es decir una frase que me guste y explicar el porqué. Pues allá voy:

“We don’t have time to be sad” [Shiver, Maggie Stiefvater].

No es sólo una frase importante, si no de las que tengo más presentes en mi vida. Esencial.
Aunque sea cortita, tiene muchísimo significado para mí: La vida es demasiado corta, dura e injusta como para que nosotros le busquemos aún más desgracias. Hay que intentar pensar en positivo pero sin olvidar el peso de la realidad. Por eso intento disfrutar cada día, buscar algo que lo haga especial y digno de recordar. Algo que me haga despertar al día siguiente con ganas de seguir viviendo y tratando de ser cada vez más feliz.

Y se supone que tengo que nominar a 10 blogs para que lo hagan si quieren, pero como tal cifra se me parece excesiva nomino a 5:

  1. Tierra de Leyendas.
  2. Ohmmushroom
  3. Merveilles
  4. Pouring Feelings
  5. Desahogo.

 

Aparte, también os dejo este meme que lleva un tiempo por la bloggesfera y tenía pendiente.

memeloquemasymenoslaestaciondelossilencios

Sobre tu novela autoconclusiva favorita: La Ladrona de Libros, de Markus Zushak..
Lo que más te gustó: Su mezcla de ternura y crueldad, y la narración delicada a la par que contundente.
Lo que menos te gustó: No le encuentro pegas, la verdad. Es uno de los libros más perfectos que conozco.

Sobre tu trilogía favorita: Es imposible elegir solo una, cada una sobresale por sus características. Podría nombre Memorias de Idhún, Crónicas del Mago Negro, la de Bartimeo… Pero me decanto por Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins.
Lo que más te gustó: Esa manera brutal de engancharte con una buena historia, y una narración clara en las escenas de más acción, lo que permite que te sientas de verdad dentro de la historia.
Lo que menos te gustó: El último libro, Sinsajo. Todo él. No supo estar a la altura de los anteriores ni en trama ni en personajes.

Sobre tu saga favorita: Canción de Hielo y Fuego, de George R.R. Martin.
Lo que más te gustó: Sus personajes trabajadísimos y la manera de sorprender de la trama.
Lo que menos te gustó: ¡Que todavía queden dos volúmenes sin escribir! Y que hayan repartido a los personajes entre Festín y Dance, en vez del mismo esquema que en los tres primeros.

Sobre tu personaje masculino favorito: Muy difícil, y esta vez me quedo con Bartimeo, de la saga de Bartimeo (XD) de Jonathan Stroud.
Lo que más te gustó: Su ironía y sarcasmo respecto al mundo y, en concreto, respecto a su relación con Nathaniel.
Lo que menos te gustó: Seré sosa, pero me parece un personaje muy bueno al que no sé sacar fallos ^^U

Sobre tu personaje favorito femenino: Grace, de la trilogía Temblor de Maggie Stiefvater.
Lo que más te gustó: Su forma de ser, en general. Es el personaje con el que más me he sentido identificada en una novela (Temblor).
Lo que menos te gustó: El radical cambio que sufre en Rastro sin venir a cuento. Se vuelve una conformista y autocompasiva.

Esto es todo por hoy ;)

jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Es una diferencia imperceptible a simple vista?


El otro día, por una serie de circunstancias que ahora mismo no vienen a cuento, alguien cercano me soltó algo similar a que no entendía porqué yo era tan fría e inexpresiva. Que siempre ocultaba mis emociones, como para parecerme cada vez más a una de estas máquinas con las que tanto me gusta pasar el tiempo.
En aquel momento, tal era mi asombro que no supe qué responderle.

Y, desde entonces, lo tengo como un zumbido dando vueltas por la cabeza. Supongo que es debido a que ella tiene parte de razón, me guste o no.

En realidad nunca fui una chica extrovertida, ni de personalidad ni a la hora de mostrar lo que opino o siento. Considero que no tengo mal juicio, y tengo una opinión meditada de muchos temas, pero no soy de expresarla con cualquier persona. En ello también influye que sea bastante tímida (más de lo que quisiera) y que me sienta más a gusto con poca gente pero de confianza que con grandes grupos.

Realmente hay pocas personas con las que pueda abrirme y mostrarme cómo soy de verdad. No me malinterpretes, no soy de esas que muestra una cara hipócrita ante los demás; simplemente no dejo que la gente mire en mi interior de buenas a primeras. Sólo con las personas que están interesadas en saber cómo soy, en mirar más allá de la primera impresión quiero dar el siguiente paso, el que conllevaría a una buena amistad.
Aun así, hay gente a la que considero buena amiga pese a que no les cuente todos mis problemas. Lo que de verdad me preocupa e inquieta. Trato de tener la mejor actitud y disposición sin mentir, aunque sin contar toda la verdad. Y todavía no he descubierto si eso es una buena o mala postura, es algo que simplemente no puedo remediar.

Me cuesta mucho abrir mi corazón, lo confieso. Con corazón no me refiero solamente al amor, sino a todo lo que se ha ganado un puesto emotivo en él, a mi verdadero interior. Y aun con esa dificultad, a veces, soy menos reticente a hacerlo con casi desconocidos, tanto en persona como por los lares de internet. Tengo la sensación de que esa persona casi desconocida no tendrá una idea preconcebida de lo que puedo contar, que no tendrá prejuicios. Que me dará una opinión más objetiva y no por compromiso. No lo sé, la verdad.
No me importa lo que piense la mayoría de la gente. Cierto. Pero sí los que yo considero MI gente.

Sé que esa actitud puede parecer algo cobarde. Cada uno es libre de pensar lo que quiera, ni lo afirmo ni lo negaré. Simplemente la he ido adoptando como algo defensivo. A lo largo de mi vida me he topado con personas a las que, por desgracia, he otorgado mi confianza demasiado pronto y sólo me han devuelto golpe tras golpe. Al fin y al cabo eso es la vida, un cúmulo de aventuras y desventuras. Sólo que mi cupo de cosas negativas ha tenido sus altibajos. He aprendido a sobrevivir así. A ser así.

No quiero desviarme más del tema, pero quería contarlo para que os hicierais una idea. He dicho que ese comentario tenía parte de razón: No es como si no sintiera las cosas, simplemente me he acostumbrado a no mostrarlo tanto. ¿Realmente no ves la diferencia? Creo que incluso interiormente me emociono más que otras personas. Puedo ser fría en ocasiones, pero eso no me convierte en un robot y el comentario me dolió. Mucho. Me afectó aun más viniendo de esa persona. Y si tanto ella como otras quieren pensar así de mí, adelante. Será porque no se han molestado en conocerme de verdad. Y si no lo han hecho, entonces no debería importarme tanto su opinión.

Sé como soy. Sé mis defectos, mis inseguridades. Conozco mis virtudes. Y hay gente (no mucha, es cierto) a la que adoro que sabe de mí casi tanto como yo misma. Gente a la que si algún día pierdo será como si me faltara una parte de mí misma. Gente que me aprecia y me valora. Y eso es más que suficiente para mí.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Mini-reseñas varias (IV).



Willow Los padres de Willow murieron en un trágico accidente de coche, dejándola no solo con el dolor que supone enfrentarse a una pérdida sino también con el peso de la culpabilidad, ya que era ella quien conducía. Ocho meses después, su hermano mayor casi no le habla, cree que sus compañeros de clase le culpan por lo ocurrido y Willow se evade del sufrimiento con el que carga marcando todo su cuerpo con las heridas del pasado.
Pero cuando un chico llamado Guy descubra su secreto, nacerá una intensa relación que conseguirá sacarla de ese mundo extraño que ella misma se ha formado. Es difícil guardar un secreto cuando lo llevas escrito por todo el cuerpo.

Título: Willow
Autor: Julia Hoban
Año de publicación: 2009
Páginas: 336
Editorial: Ambar
Precio: 15 €

Libro archiconocido en la bloggesfera y con estupendas críticas, pero que a mí nunca me llamó especialmente la atención. Sin embargo, decidí finalmente leerlo ante la posibilidad de que una amiga me lo dejara y, si bien no me parece tan fantástico y maravilloso como decían, el conjunto sí acabí siendo positivo.
Lo primero que hay que destacar es el tema de la novela, que choca contra los típicos juveniles actuales. Esto le suma originalidad pero es un factor de riesgo, y la autora ha salido bien parada.
Respecto a los personajes, yo he tenido un problema con la protagonista. O ella conmigo, no lo sé, pero nos llevamos mal desde el principio. Me costaba sensibilizarme con alguien tan victimista y desesperanzador que no quería cambiar su suerte. Las cosas mejoraron un poco cuando conocí bien su pasado, pero al igual nunca fue santo de mi devoción. Pero una vez que la coges algo de cariño, la mayor parte del camino está hecho; pese a que el chaval de turno, Guy, tampoco me pareciera gran cosa. También hay que reconocer que aunque la autora se ha esforzado en crear una historia realista, hay sucesos de los que no puedes evitar decir eso sólo pasa en la ficción.
Pese a esa crítica, no olvido sus puntos positivos:el libro cuenta con una narración rápida y ágil, emotiva en los momentos que debe serlo y con gran fuerza. Lo mejor de la novela, junto a su originalidad.
Un libro juvenil que será buena opción para los que quieran leer algo distinto, pero tampoco me ha parecido el libro del siglo.

~Nota: 3,5/5.

 

jugando con fuego Una obra inquietante y magnética, donde el fuego, su poder destructor y la hipnótica fascinación que provoca, interviene como un personaje más y como hilo conductor de la narración. Desde que, cuando era niña, contempla el incendio de la pizzería familiar, Reena consagra su vida a controlar el poder indómito de las llamas. Pero también hay alguien más que ha aprendido a dominar el fuego, y pretende usarlo en contra de Reena y de todos a quienes ella ama.

Título: Jugando con fuego
Autor: Nora Roberts
Año de publicación: 2008
Páginas: 528
Editorial: DeBolsillo
Precio: 8,95 €

No sé porqué, pero siempre he tenido un semi-odio hacia Nora Roberts, pese a no haber leído ningún libro suyo. Al final me decidí a probar con uno cualquiera de la biblioteca, y se ve que tuve buen ojo porque quedé más contenta de lo que esperaba.
Cuenta con todo lo necesario para ser best-seller: una narración fluida, no especialmente elaborada pero con ese toque que engancha prácticamente desde el primer momento. Una protagonista con fuerza, alejados de los arquetipos de mujer florero necesitada de alguien que la salve y varios secundarios coherentes. Además, hay un cierto grado de misterio desde el comienzo que, si bien no sorprende demasiado, sí anima a seguir leyendo. Añadir también que el tema de la novela me parecía curioso, y es bien llevado desde el principio.
Lo que verdaderamente me sorprendió (para bien) fue que el romanticismo quedaba más que en segundo, en tercer plano. No sé porqué tenía yo la idea de que esta autora era más dada a la sensiblerías que a la narrativa tal cual.
En conclusión: un libro entretenido que aunque no nos descubrirá nada nuevo, sí nos permite pasar un muy buen rato. Pura y dura lectura de evasión.

~Nota: Casi 4/5.

~

PD: Creo que a estas alturas seré de las únicas que siguen de vacaciones (y de vacaciones vacaciones, ya que estoy en la playita =P), puesto que no empiezo hasta el día 26 :3. A todos aquellos que estén con exámenes o con el trauma post-vacacional, mucho ánimo ;)
PDD: Y ya son 25.000 visitas en el blog, gracias por ello ^^.

domingo, 4 de septiembre de 2011

La contradicción de los problemas.


Todo el mundo tiene problemas. Normalmente creemos que los nuestros son los más importantes, independientemente de por lo que esté pasando el resto del mundo.
Es normal, algo coherente: al fin y al cabo nosotros somos los más importantes para nosotros mismos. O bien creemos que nadie puede ponerse en nuestro lugar, que nuestro dolor es más intenso que el del resto. Porque si bien es cierto que cada persona reacciona de manera distinta al dolor (tanto físico como emocional) es difícil mantenerse al margen cuando algo te toca de cerca. Y si es tan cerca que te afecta a ti directamente, bueno, pensamos que es complicado que alguien llegue a entendernos de verdad.

Pero pongamos el caso de que es una persona cercana a ti la que tiene el problema. La que está triste, deprimida, la que no consigue sonreír tras una desgracia. Un amigo cercano, un familiar, una pareja. Es esa persona a la que conoces bien la que está afectada; una persona que no te es indiferente. Y como te importa, quieres ayudarla.

Me maravilla esa gente que todavía se cree omnipotente, esos ilusos. Que con preguntarte qué tal estás y dejar que te desahogues es suficiente. Dar un par de consejos, explicarle a la persona que sufre tu punto de vista y darle tu apoyo incondicional. Creen que con esa charla el problema está resuelto, que la desdicha ha terminado gracias a sus palabras.
Durante mucho tiempo he estado en ese grupo. He luchado por ello, he dedicado horas y horas a problemas ajenos, buscando una solución milagrosa que pudiera solucionarlo. Confieso que rara vez he sentido mi esfuerzo recompensado. Pero he descubierto algo.

Está bien ponerse en el lugar de otra persona. Desarrollar la empatía lo máximo posible, aunque tú también sufras por ello al final. Pero a pesar de ello, nunca podremos saber qué siente esa persona salvo que pasemos por lo mismo. Y ni siquiera entonces. Circunstancias y circunstancias nos separan, tanto del exterior como del interior.

Espero que, hasta aquí, estéis de acuerdo conmigo. Entonces, ¿Por qué siempre recurrimos a expresiones como “sé cómo te sientes” o “sé por lo que estás pasando”? Puedes intuirlo, puedes imaginarlo, pero por muy unido que estés a esa persona, solo podrás sentir una parte de su dolor. Y esa parte es la que puedes tratar de mitigar. Depende del suceso y de la persona puede ser mayor o menor, pero nunca será completa.

A veces es necesario dejar a la persona hablar. Que te cuente cómo se siente, que vacíe sus temores, que se vuelque en ti. A veces es mejor mostrarle cómo lo ves tú como persona ajena al problema. A veces lo mejor que puedes hacer es distraerle. O expresar lo que tú considerarías la solución.
Esas suelen ser las más comunes. Pero la que yo considero más especial y también la más difícil es, simplemente, acompañar. Reconocer cuando el dolor es tan intenso, o tan desconocido para ti que rellenar el silencio con palabras quedaría superficial. En balde.

Hay que saber reconocer los momentos en los que sobran las palabras. Hay que saber reconocer cuando tu mera presencia o apoyo es lo mejor que puedes brindar. Hay situaciones en las que no puedes ni siquiera acercarte a suponer el dolor de esa persona. Y hay que saber cuando dejar que esa persona luche contra su dolor por sí misma. Con tu ayuda, sabiendo que estás allí cuando te necesite, pero por sí misma. Y darse cuenta de eso no es cobardía. No sé si es madurez. Pero sé que es algo triste e impotente a la vez.

Hacía mucho tiempo que no sentía tanta impotencia, ya que me encuentro en el lugar de la persona que quiere brindar su apoyo en una situación realmente complicada y excepcional. La distancia nos separa, y esta vez la odio más que nunca por mantenerme alejada y no poder darle un simple abrazo. Compartir un silencio cargado de significado. Sólo puedo seguir a su lado, y aunque es algo la impotencia me mata por dentro. Así que sí, permitidme ser contradictoria: dejadme buscar esa solución milagrosa, ese pincel que borre sus lágrimas y pueda pintar una sonrisa.

Dejadme creer que es difícil pero no imposible. Al fin y al cabo, siempre he sido una ilusa.