Es un plato que se sirve frío.

Finalmente he dado con la receta definitiva. Con ella triunfarás en cualquier velada, sorprenderás a mas de uno que acabará boquiabierto contemplando el brillante panorama.
Un plato de cinco estrellas, barato y que deja su hueco a la imaginación. Los ingredientes son más comunes de lo que parece, no tendrás que remover cielo y tierra para encontrarlos; basta una simple y llana equivocación para que dispongas de su abundancia.

~ Ingredientes:

• Un saco de mentiras recibidas; cuanto más grande mejor. Son las que determinan el sabor.
• Casi imprescindible un manojo de hipocresía; a gusto del consumidor. (Particularmente recomiendo tomar la más dolorosa, de esa manera liga mejor con el ingrediente anterior.)
• Lágrimas en cantidades industriales. Aportan el característico color universal del plato; siempre ayudan a hacerlo más apetitoso.
• Rencor en su justa medida. No es fácil mantenerlo vivo; por eso creo que es tan indispensable en la receta. (No confundir con rabia, esta es más necesaria al final)
• Sonrisas cristalizadas, miradas dolidas y una pequeña pizca de infelicidad y amargura en su máxima expresión. (Sólo una pizca, o le restará sabor a lo demás)
• Acompañar de vino dulce que complemente la acidez del plato, IMPOSIBLE la aparición de remordimiento. No queremos que le sirva de apoyo, ¿verdad?

~ Modo de preparación:

1. En un gran recipiente (toda la que puedas preparar resultará escasa. Ya que te pones en preferible que sobre a quedarte con ganas) aportas las mentiras y vuelcas con delicadeza (Con extrema delicadeza, que ya han sufrido bastante. Son de las pocas compañeras que bajo ningún concepto te dejarán solo; así que agradéceselo de alguna manera.) las lágrimas a la vez que remueves lentamente al compás de una balada entristecida. Cuando la mezcla resulte homogénea, añade las hebras de hipocresía que consideres necesaria.
2. Con el horno precalentado (bastará a 150ºC ; aun no queremos que sea un infierno) introducimos el bol; espolvoreamos el rencor y lo dejamos hasta que tome un bonito color acerado.
3. Cuando esté listo, lo retiramos con cuidado (y alerta, no es muy difícil que se vuelva contra ti) y sin perder un instante incorporamos el resto de ingredientes de la lista.
4. Dejar reposar un día y una noche. De este modo puedes pensar el modo más adecuado de emplatar.
5. Paso imprescindible. Para darle un toque especial y que perdure en la memoria, congelarlo durante otro largo día.
6. Si el paso 5 es el imprescindible, este apartado es el más importante. Tras sacarlo del congelador, nuestro plato es altamente frágil y fácil de destruir. Hay que armarse de una especie extraña de valor, una inyección de egoísmo y falta de escrúpulos. (Huelga decir que los remordimientos deberían haber desaparecido, como muy tarde, en el paso 3)
7. Paso final, emplatar con imaginación desbordante y presentar al comensal. Procurar que haga rechinar los dientes. Y ante todo, tener bien presente: la venganza es un plato que, como mínimo, debe servirse frío.

~ Experiencia personal

Creo que el toque personal sólo está limitado por tu imaginación (parece mentira lo que sale de ella si estás motivada).
Sin embargo, pese a la casi una docena de ideas que he llegado a tener en un sólo día, tal sólo una vez he sido capaz de pasar del paso 5, hace ya bastante tiempo. Y he conocido a más personas que merecían probarla. Curiosos misterios de la vida.
Porque lo que cuesta reconocer es que, aunque tras culminar te vas a sentir bien, no puedes hacerlo a costa de felicidad ajena.

~Consejos y recomendaciones

• Cuesta felicidad si se hace bien, y no solo individual. Es un precio que, definitivamente, no estoy dispuesta a volver a pagar.
  ¿Pero quien os va a juzgar más seriamente que vosotros mismos? Si alguien se decide y a todos esos que ya lo han hecho… que les aproveche.
  • Y a la gente que se lo merece, que ya está pasando por ello… les deseo un ácido Bon Apetit.
    
• Recordad lavaros las manos, frotando con fuerza antes de comenzar. Siempre antes de empezar, después las consecuencias no se pueden borrar.
  
  

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