Sentimientos a ras de suelo.

¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

…

Perdón, pregunta mal formulada.
¿Hay alguien ahí con sentimientos?

Sí, ¿Os suena la palabra? Esa que nos hace sonreír, llorar con una canción. Esa que evoca buenos recuerdos ligados a otros que no lo son tanto, esa que nos hace preocuparnos por nuestros seres queridos. Esa que, al mostrarse, puede hacer un bien mayor del esperado.
Sin embargo… crueles, indiferentes, rabiosos. Cuando van con mala intención, cuando se intenta hacer una gracia (prefiero pensarlo así, “perdóname” si me equivoco) hiriente con cosas que, francamente, deberías saber que no puedes bromear.

No te estoy pidiendo que me acompañes al fin del mundo, y eso que te considero uno de mis mejores amigos y una persona muy importante para mí. Ni siquiera te estoy pidiendo que me apoyes. Siempre he respetado tu opinión sobre mis acciones, aunque sé de sobra que rara vez encuentro una palabra de beneplácito hacia ellas. Me gusta saber lo que piensas de mí, de mi mundo, porque sé que intentarás ser sincero conmigo… y es una gran cualidad que valoro en amplia medida.

Pero hay temas que no se pueden tomar a la ligera, ¿lo sabías? No sé, digo yo que un resquicio de empatía no vendría mal.
No me importa hablar del tema (incluso lo agradezco, necesito que alguien me ayude a conservar la cordura), pues eres uno de los pocos que, por suerte o desgracia, sabes lo que me reconcome por dentro. De veras que no me importa.
Pero no voy a volver a tolerar que me lo eches en cara de esa manera. No es una situación que yo he elegido, pero he decidido permanecer en ella. Punto final. No hay discusión en ello.
En el caso que, de verdad te importe, dame una oportunidad. Al menos una, antes de tomarme por loca. Si de verdad eres mi amigo, dame un voto de confianza. Si acabas teniendo razón lo afrontaré con la cabeza alta y lágrimas amargas que te aseguro que no verás. En caso contrario, no creo que el intentar ser feliz (aunque no sea la manera que quieras) sin hacer daño a nadie merezca el tipo de palabras que me has dirigido.

En ocasiones, a las palabras no se las lleva el viento. Perforan y se dividen en miles de pequeños pinchazos que te encogen el alma y dañan la escasa seguridad que habías conseguido erigir en torno a ti. Cuando esas palabras provienen de una dirección inesperada, golpean de lleno.

Me cuesta más de lo crees, más de lo que parece, más de lo que intento ocultar. Mucho, mucho más. Así que no me lo pongas más difícil. Si no quieres estar de mi lado, al menos no te pases al bando contrario. Creo que, en parte, ahí radica la esencia de un buen amigo.

Por favor, no me empujes
aunque el barranco te pida mi caída.

naylah©